miércoles, 10 de diciembre de 2008

NUESTRO VIAJE A JAPÓN (CAP.3) - NUESTRA PRIMERA CENA -


Una vez que Alain acondiciono a sus padres en su casa y nosotros vaciamos el equipaje y nos pusimos cómodos, nos vinieron a recoger esta vez acompañados por Ayumi- su mujer- para cenar juntos.

Entre la salida del aeropuerto y nuestra búsqueda del hotel en el barrio de Ueno habían pasado ya unas cuantas horas de nuestro primer día en Japón. El jet lag hacia mella en nosotros pero con una buena ducha pudimos relajarnos y seguir con lo que quedaba del día. Cuando Alain y su familia llegaron al hotel ya era de noche y serian las 8 de la tarde, pero en este país no hay cambio horario como en España,por lo tanto a partir de las 6 de la tarde ya era de noche cerrada


A Alain no le había dado tiempo reservar en ningún restaurante ya que no conocía muy bien la zona de Ueno. Con lo cansados que estábamos preferíamos cenar cerca del hotel, así que fuimos en busca de algún restaurante. En Japón la hora de la cena por lo general es a partir de las 6 de la tarde así que a las 8 ya resulta un poco tarde para encontrar plazas para unas 12 personas.
Alain nos comento que encontrar restaurante no era lo difícil ya que Japón esta plagado de ellos, de hecho es el país con mas restaurantes por habitantes del mundo, lo complicado seria que nos quisieran servir, eramos bastantes y ya resultaba ser un poco tarde para cenar.Dando una vuelta por Ueno localizamos un primer restaurante familiar llamados allí,izakayas, pero que no nos podía dar mesa ya que estaba completo. Lo que me pareció curioso de este primer restaurante es que no estaba en un bajo como seria lo más habitual en España, se ubicaba en un edificio que en lugar de portal tenia una puerta de ascensor que daba directamente a la calle. En la cual se detallaba con carteles el tipo de restaurante que había en cada planta y sus menús detallados con precios. De tal forma que cuando subías al ascensor y marcabas el piso al que querías subir en realidad elegías a su vez el restaurante, ya que una vez se abrían las puertas te encontrabas directamente dentro del local. Allí por lo general enfrente de las puertas corredizas del ascensor se disponía un camarero que te asignaba mesa o directamente te decía que todas sus mesas estaban ocupadas. Observe que habían muchos de este tipo de edificios que de alguna forma los definiría como archivadores de locales, por lo general restaurantes o tiendas. Su única finalidad es ser “contenedores” verticales de negocios, incomunicados entre si y por supuesto nunca dirigidos a la vivienda.


Mas allá encontramos un restaurante que se hallaba en la primera planta de un edificio que en este caso si tenia recibidor y un ascensor, por lo tanto podías acceder tanto por las escaleras como por el ascensor. Este restaurante sí nos asigno mesa pero debíamos esperar unos 30 minutos.

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Mientras parte del grupo esperaban sentados en un banco en una pequeña entrada previa al local, yo me dirigí con el padre de Alain, con David y Josep ha bebernos unas cervezas en una especie de tasca que vimos al lado del portal del edificio del restaurante.

El local era muy parecido a lo que nosotros llamaríamos bar, con su barra central con sus “tapas” con mesas y taburetes elevados para los clientes. Con mi japones simple pedimos 4 birus- como podréis imaginar son cervezas-. Nos sirvieron 4 enormes tanques de cerveza japonesa acompañadas de unos pequeños platos de verdura encurtida-macerada con vinagre-. La cerveza estaba tremenda, entraba como el agua, era suave y muy fría , algo parecida a la Coronita pero no tan ácida.Los camareros eran muy amables y estaban algo sorprendidos al ver a unos occidentales en su bar, ya que Ueno no es una zona excesivamente visitada por europeos.Me sorprendió gratamente que el ambiente del bar se podía extrapolar perfectamente a un bar español, gente hablando en alto, riéndose, fumando, no vi ninguna diferencia respecto a nuestros bares. Cosa que me contradijo la primera impresión sobre los japoneses que tuve tan solo unas horas atrás cuando llegue del aeropuerto a la plaza de Ueno y sentí el silencio reinante en plena zona céntrica.Al terminar volvimos a subir al restaurante y en ese preciso momento salieron a comunicarnos que ya tenían una mesa libre. El interior del local era todo de madera oscura y estaba dividido por compartimentos que era donde se disponían las mesas, carecían de puertas y en la entrada de cada compartimento había un pequeño espacio para dejar los zapatos ya que tenias que acceder a tu habitáculo descalzo. En su interior los compartimentos estaban compuestos de un banco que estaba a ras del suelo y que se encontraban a cada lado de una mesa rectangular. En realidad ese habitáculo es como una bañera, te sientas en los bordes y tus piernas y pies descansan en su fondo. El borde de la bañera seria el banco que esta al nivel del suelo y donde colocas las piernas seria el hueco de la bañera y sobre todo ello esta la mesa.

La posición es cómoda lo único incomodo es que al estar rodeado de paredes de madera salvo la entrada, si alguien de algún extremo de la mesa se tenia que levantar por algún motivo tenia que molestar al resto de los comensales. El local estaba diseñado para transmitir cierta imagen de Japón tradicional tanto por la decoración como por la indumentaria de sus camareros. Aunque en este tipo de restaurante se puede comer también comida un poco más occidental, que va dirigida principalmente a los niños japoneses y que se compone de platos como mini pizzas, muslos de pollo frito, patatas con salsa barbacoa, etc, nosotros ayudados por Alain nos decidimos por la vertiente más tradicional del menú. ¡Seria la primera vez que comía comida realmente japonesa y en Japón!

El cansancio de nuestro grupo era evidente pero la ilusión de reencontrarnos con Alain y Ayumi y el hecho de estar en Japón nos mantenía despiertos. Los platos empezaron a aparecer sobre nuestra mesa, había diferentes tipos de sushi (pescado crudo), ramen frito (fideos parecidos al espagueti), tempura (verdura variada rebozada), tortilla japonesa y varios pinchos de pollo.

Los pinchos de pollo fueron una de los platos que más exóticos nos parecieron ya que se componían de tres tipos, carne de pollo frita, piel de pollo frita y de cartílago de pollo. Yo con la piel no pude, aunque su sabor era de lo más normal su textura no me gusto mucho, estoy habituado a comerme la piel de pollo pero con la carne y no por separada en un pincho. Pero el cartílago me volvió loco, es la parte blanquecina y semidura de la pechuga que retiran en las carnicerías españolas, sin embargo rebozada y frita estaba tremenda. La tortilla japonesa estaba rellena de pulpo y era entre dulce y picante, también estaba muy buena y tuvo bastante éxito entre el grupo. Pero lo que no acabo de gustar mucho fue el sushi , como sabréis es pescado crudo que se sirve sobre una pequeña ración de arroz blanco y en ocasiones sin el, nos los sirvieron de los dos tipos. Aunque nuestros amigos lo probaron porque no se podia estar en Japón sin saborear el sushi, muchos de ellos desistieron en comerlo de nuevo, su textura no les resultaba agradable.

La cena transcurria entre risas, pero lo que realmente nos llevo a la celebración plena fue el Sake frio (licor de arroz) , nunca había bebido nada igual, era suave y quitaba la sed, pero cuenta con una de las graduaciones más altas, pero ya no nos importaba.


Estábamos cansados pero muy felices, todo había salido a pedir de boca y por fin nos encontrábamos todos con Alain y Ayumi, cenando en el pleno corazón de Japón, en Tokio.
Cuando salimos a la calle y nos despedimos de Alain y su familia, volvimos hacia el hotel pero por el camino nos dimos cuenta que en todos los rincones de Ueno estaba plagado de gente durmiendo entre cartones.

Aquella plaza se llenaba de mendigos y de gente sin hogar, Japón el segundo país más rico del mundo nos mostraba la realidad más incomoda de su progreso…

…Continuará…

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